9 de septiembre de 2014

#4 Martes frío y lunar

¿Qué se hace después de mirar una luna tan bonita como la de hoy? ¿Se le toma una foto, se escribe algo en el face para que los demás le den "like", se buscan canciones relacionadas ("Yo no te pido la luna", "Luna de los pobres siempre abierta; yo vengo a ofrecer mi corazón", "Que la sola coincidencia de esta luna en lunes te remita a mí")... o se consigue una selfie lunar?

Le he dado vueltas y he concluido que acá es más fácil prestar atención al cielo, las nubes, los atardeceres, la luna. Será porque no hay tantos edificios, porque el vivir en la montaña da una vista completa del horizonte, o porque en las ciudades pequeñas queda tiempo para mirar hacia arriba. 

 Es fácil medir el tiempo que llevo fuera de casa: dos grandes lunas llenas. La primera más grande (y un poco más triste) que la segunda. Me contaron que entre más llena la luna, más frío hace. También que el cabello hay que cortárselo en luna menguante para que crezca bonito. Yo no sé. Hace tiempo que siento no saber mucho; estoy perdida entre los días que se pasan rápido, calles irregulares, palabras nuevas y sabores nunca antes conocidos. 

Me gusta pensar que la luna se mira igual acá, una ciudad pequeña, donde el sistema de buses se acaba a las 10 de la noche,  que en mi ciudad contaminada y bulliciosa (¿cómo explicarle a una persona que encuentra espantoso el caos citadino de Bogotá, lo maravilloso que es vivir en una de las ciudades más grandes del mundo?).