18 de mayo de 2014

Amar es combatir, si dos se besan el mundo cambia*

"Siento tu olor, te veo mirar al horizonte, tan incomprensible aún. Son las últimas horas de la vida y  no sabemos nada todavía, tenemos unos minutos para buscar una certeza"**

I

 

No sé por qué a veces me da por recordar lo que no vivimos. Esa tarde saliendo de la secundaria. Mi falda tableada, tu suéter roto. El metro, tu mano tímida en mi rodilla. El túnel de la ciencia, nuestros pasos cortos y tu sueño de ser científico. Transbordando hacia ningún lugar. En medio del ajetreo citadino de las tres de la tarde, nos besamos por primera vez bajo las estrellas que brillan artificialmente bajo tierra. 


II

 

De día nos separa una ciudad inmensa y bulliciosa, de noche miles de kilómetros vacíos de esperanza. Siempre lejano. Entre tanta distancia hay algo que nos une: la ruta de camiones que sale de tu escuela y que termina en la mía. 

A veces, cuando me subo a uno de esos camiones, antes de bajar dibujo en el asiento un pequeño murciélago, para que, si en algún momento de la vida abordas ese camión y te sientas en ese lugar, sepas que por más lejos que estemos siempre pienso en ti.

III

 

Tú temblando detrás de ese beso, yo como una hoja vulnerable al viento de esa noche, a tus manos inexpertas, a tu cuello suave (jamás tocado, jamás besado). Mis ojos cerrados: tú. Tanto frío en primavera sólo podía tener una explicación: debías abrazarme. Juntos: te siento niño bajo mis caricias. Juntos: te siento hombre cuando te posas en mi cuello. Ante la certeza de un fin próximo me refugio entre tus labios.

Creí tenerlo todo bajo control... se me olvidaba que el amor no es algo que se puede administrar en dosis controladas. No supe en qué cajón guardar las palabras, los besos, la textura de tu piel, el mapa de tus lunares, el cielo estrellado de Coyoacán esa noche, así que decidí tejer una historia con la cual arroparme durante tu ausencia. 

"El recuerdo embellece lo que toca"... y yo, yo no puedo dejar de recordarte.

IV

 

Las calles dominicales de la ciudad, llenándose poco a poco. Un fantasma matutino avanza paso a paso, llevando a cuestas un corazón recién destrozado.

Las viejas casas de la colonia San Rafael me preguntan por ti. Es que les dije que te traería conmigo. Y como ellas no saben que te enamoraste de otra, que toda esperanza ha muerto, mencionan tu nombre con alegría. En cuanto lo escucho, por octava vez en cuatro horas se me escapan las lágrimas que estoicamente había mantenido en mis párpados durante algunos minutos.

Te vas tú, me voy yo. La ciudad se va a quedar vacía sin nuestros insignificantes pasos. 

 V

 

Tu olor impregnado en mi cabello despeinado.... no sé por qué llegué a pensar que me pertenecía. Creí volverme loca cuando, en un lugar cualquiera, me llegaba a la nariz ese perfume. Tal vez por encontrarlo en todos lados, concluí que me seguía. Qué tonta, si el olor no se puede restringir... cualquiera que se acercara a ti podía sentirlo. Como sucedió con ella. Ella, Ella, Ella. Dicen que amar es combatir, pero sé que esta lucha está perdida: nunca estuve inscrita como competidora porque nunca abriste la convocatoria. Soy una espectadora más de la arena del amor. 

Al final, te ayudé un poco a subir al siguiente escalón. Te miro a lo lejos, cómo te marchas con un pedacito de mí. No alcanzo a distinguir qué es. Lo único que sé es que yo me quedo aquí, en la misma banqueta rota... con el sabor de tu boca todavía en mis labios. 

Te vas y no me duele tanto como la indiferencia con la que lo anuncias, como hablar del clima, de los planes de la semana, como cambiarse los calcetines, como tirar el bote de leche vacío a la basura. Nunca estuviste más al norte ni yo más al sur que en este momento. Y al final, no tengo derecho alguno a reclamarte algo, porque jamás prometiste nada. Todo fue un sueño dentro de mi cabeza. El mundo se está acabando y lo único que veo es oscuridad. Amar es combatir, se gane o se pierda: hoy todo se debate en lo más profundo de mí.

"Pongo mi barbilla en tu hombro, para mirar lo que miras, para preguntarme lo que te preguntas, para pensar lo que piensas [...] Cómo te quería hace millones de años; cuando te dio paludismo maté a todos los moscos que pude nada más por celos"**








*  Octavio Paz en "Piedra de Sol"
**Daniel Sánchez Poitevin en "La piedra del dios"

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