17 de febrero de 2015

#7 Sábado (mágico)

I
La vida se mide por sábados. Los acontecimientos importantes, los encuentros, las ausencias. El mundo comenzó y acabará en sábado. Todos son diferentes según los ojos y las narices de quienes los viven. Hay a quienes los sábados les huelen a browni y a vainilla, a hojas en blanco, a lata de cerveza vacía, a pasto mojado... 

El último sábado en Manizales olió a feijoa. 

II

El recuerdo de unos ojos profundos. Justo antes de partir. El cielo que no encuentra fin, las calles, las historias, la ciudad que se me coló en el corazón. Bogotá, del sol a la luna. Los últimos momentos, las cosas que viví, las que no viví, las que soñé vivir a tu lado. Todas revueltas en cinco horas de viaje. 

Corazón querido, no me olvides.


III
Uno no elige de quién se enamora. Eso se va metiendo en el corazón poco a poco. Cuando te das cuenta estás ya inundada. En mi caso, de sus pecas.

El horizonte, lleno de montañas me recuerda a un mar que nunca he visto, que sólo he soñado en tus ojos. Quisiera salir a caminar contigo, comer pizza, comida mexicana de verdad, un sancocho. Dormir un ratico en la buseta, a tu lado. Como si tuvieramos toda la vida, como si yo no me marchara nunca.

Es demasiado cielo para tan poca tierra. Son tantas las veredas de tu piel que dudo conocerlas todas. Eres tan profundo, tan azul, que nunca tocaré el fondo de tu esencia. Acaricia mi cabello, bebe mi sonrisa de un sorbo; emborráchate de mí. Los últimos colores del sol se esfuman en tu piel: mi horizonte hoy es tu espalda.

IV
El cielo despejado cubre el mundo. En sus últimos minutos de existencia, el sol acaricia con su luz el límite de las montañas. Rosa, amarillo, naranja. Perdido en el espectáculo, a lo lejos, un avión. Lo veo y el corazón comienza a latir emocionado. Imagino que en ese avioncito vas tú. Miras por la ventana la ciudad y dices: "Uy, esta vaina es regrande". Entonces me dan ganas de correr, coger el metro dirección al aeropuerto, y recibirte con un abrazo fuerte. Te llevaría a que probaras la primera cosa que comí al regresar: un taco de chorizo con (poquitica por ser para ti) salsa verde.  


V
Espero, con todo el corazón, que la próxima vez que nos encontremos sea en sábado, sábado mágico con olor a feijoa...