21 de febrero de 2017

Así te quería... de papel

Ahora que vas al mar, no olvides traerme un caracol donde pueda escuchar el ir y venir de las olas... Lo pondré en mi oído cada que me sienta perdida y así será más fácil re-encontrar el camino.
 
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Las sábanas blancas de mi cama de pronto son olas de un mar agitado en el que nado sin respirar. Busco la salida y apareces tú. Tu rostro desdibujado, quiero decir. Es como si poco a poco lo fuera olvidando. Luego despierto del sueño y aún es de noche. Me parece increíble que no recuerde cómo son tus uñas. Cuántas veces las repasé con la mirada, con el tacto. Es inútil. El tiempo, es el tiempo; la máxima cura del mar de amor. 

Se ha terminado el viaje. ¡Gracias a todas las islas-hogar que recibieron mi náufraga embarcación! Hoy el desayuno es en mi muelle (no olviden llevar moras, para compartir).