Las sábanas blancas de mi cama de pronto son olas de un mar agitado en el que nado sin respirar. Busco la salida y apareces tú. Tu rostro desdibujado, quiero decir. Es como si poco a poco lo fuera olvidando. Luego despierto del sueño y aún es de noche. Me parece increíble que no recuerde cómo son tus uñas. Cuántas veces las repasé con la mirada, con el tacto. Es inútil. El tiempo, es el tiempo; la máxima cura del mar de amor.