22 de junio de 2017

Carta al polo norte

Escribirte es como mandar cartas al lugar más lejano del mundo. A veces la tristeza parece eso; un espacio solitario, frío y oscuro... algo así como el polo norte (¿o el sur?). Me gustaría que mis palabras te transmitieran la alegría que por mi corazón transita. Por eso, antes de mandar esta carta, rocío en las hojas el perfume de mi cabello y meto en el sobre un pulparindo. 

Seré breve. Te mando todo el cariño que cabe en mi corazón. El recuerdo de una noche en los carritos chocones, un par de caguamas XX y un abrazo profundo que calme el dolor, al menos por un rato. Van adjuntas unas hojitas de toronjil para que te hagas un té antes de dormir y puedas soñar con otros horizontes. No te preocupes, el mundo sigue girando. Te prometo que cuando vuelvas habrá nuevos circuitos que programar y muchas calles para seguir caminando bajo un cielo despejado.

Por ahora disfruta el viaje y cuando tengas tiempo escribe de vuelta; esperaré con ansias noticias tuyas.  


Te quiere y extraña,

Murci.




14 de junio de 2017

Digno adiós

Nunca creí que una despedida pudiera ser tan alegre. La casa se llenó de personas queridas. Mis entrañables amigos de la secu, mis colegas gestoras, mis cuates hippies de la prepa más fresa. Vinieron mis primos, mis tías. Incluso algunos de los personajes que conocí haciendo trabajo de campo. Amigos de cerca, de lejos (sí, de Colombia también). Mis padres, mi hermana. No sé cómo cupimos en un espacio tan reducido. Será que el corazón tiene muchos tamaños. A veces parece tan pequeño, tan seco. Otras, como en ese momento, el corazón era tan abundante que no me cabía en el pecho. 

¿Qué se puede encontrar en una fiesta de este tipo? Apenas y lo pude imaginar. Hubo mucho mezcal, unos cuantos garrafones de pulque, aguardiente amarillo, chetitos y jícamas con chamoy pa botanear's. El baile no se hizo esperar; cumbias y ritmos tropicales. Risas, muchas. Incluso algunos poemas en un rincón, fueron recitados. Ya por la noche, pusieron a calentar agua para café y para chocolate con cedrón. Qué buena idea esa de traer pan de la ideal, pero mejor la de comprar una pizza de camarón; se acabó en un santiamén.

Aún no terminaba la fiesta y algunos ya pedían la fecha para la próxima. Bueno, aguarden, que el baile continúa. Y sigue y sigue. Hasta que nos duelen los pies, hasta que sudamos todo el alcohol, todo el dolor que cargábamos en estos rotos corazones. 

La música baja de intensidad y corro las cortinas del cuarto: ha amanecido.

***

Desenmarañé la tristeza, caminando. De a poquito las palabras me condujeron a lo que desde hace mucho tiempo me negaba a decir, a decirme a mí misma. No creí que el final pudiera ser igual de lindo que el comienzo. Pero aquí estoy, entera, completa, ya lo ves. Ahora sí, finalmente y con todo el amor que existió en mí; chao pescao.

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Por lo que fue, lo que será y lo que sigue siendo. Por las puertas abiertas, las cerradas, las ventanas, los hoyitos que tiene el corazón. Por el compartir(se) que implica amar a alguien. Y por la dicha de celebrar la vida acompañada por tantas sonrisas. ¡Gracias!



11 de junio de 2017

Gypsy

Imperfecta como la piel de una anciana sonriente. Redonda y blanca como queso de rancho. Se me antoja un trocito en un taco. Quizá acompañada de ate de tejocote o como en Colombia, hundida en una taza de aguapanela caliente. Hoy la luna llena nos alumbra los sueños.

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Dice mi asesora que debo dejar de escribir poéticamente en mi trabajo de titulación. Que no quedan claras las ideas, que así no me van a aprobar el protocolo. Marcó en amarillo todos los adjetivos que le parecían inapropiados. Yo no dije nada; seguía apenada por haber llegado tarde a la cita. Me quedé con las ganas de decirle que bueno, puede que algunas observaciones suyas tuvieran razón... pero que si quitara todas las metáforas del trabajo, sería como si yo no lo hubiese escrito.

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Encontrar cauces de ríos muertos en la traza urbana actual... como una gitana leyendo el pasado en la mano de la ciudad.




Back to the gypsy that I was