¿Cuántas veces nos hemos encontrado aquí, en el punto sin retorno? En el querernos pero a destiempo. Una vez tú, otra vez yo; nunca los dos juntos. O sí, pero no por entero. O sí, pero sin querer aceptarlo. Cuántas cuadras han avanzado estos pasos deseosos de besarnos debajo de una marquesina mientras afuera llueve y se mojan nuestros pies. Viajando en una micro que atraviesa un desnivel, todo se oscurece y ahí quedamos los dos... aún no tomamos el primer pulque y ya estamos borrachos.
***
Son las ocho de la noche en el centro y sentados en una mesa de metal de un bar barato, platicamos y reímos. Quiero guardar este momento en lo más profundo de mi memoria. La gente, la música, tus manos. Calles viejas, sueños frescos. Si tomara una foto sería inútil; más tarde me robarán mi celular, o lo perderé en el metro Isabel la Católica, o mi disco duro explotará y ahí muere. Ahí murió: tú diciendo que no se puede. Yo escondiéndome de ti.
Pero luego volvemos, como cortar mantequilla, fácil. Volvemos a cantar y me pregunto si esto tiene un final. Si revivió o sigue muerto. Si recuperaré las fotos que se perdieron, los archivos del 2016. Si tendríamos un futuro juntos.... Si te hago más daño que bien.
***
Nos reencontramos en el punto sin retorno. Viejos conocidos. No sabemos qué decir, ni hacia dónde caminar. Qué bonitas son las fuentes de Tlaxcoaque. De día y de noche. Ojalá que no hiciera frío y tuvieramos el atrevimiento de los quince años para mojarnos en ellas. Hoy, después de un año, lo único que puedo volver a decir es: please, keep me in mind.