22 de marzo de 2018

Breves reflexiones al inicio de la primavera

Ojalá que la distancia que nos separa pudiera ser fácilmente recorrida en bici. Media hora de camino para pasar a saludarte los miércoles por la tarde. Ombligo de semana. Lanzaría piedritas a tu ventana y esperaría pacientemente sentada en la banqueta. ¿Qué se puede hacer en tu barrio? Espero que tenga paletería o una cafetería sencilla o un parque con muchos juegos. Yo no sé por qué pero me relaja ver a los niños subir a las resbaladillas, perseguirse entre ellos y caerse. Un ratito para perderme en tus ojos y luego chao antes de que anochezca porque me da miedo que un auto me atropelle. Claro que con mi casco me siento segura, pero ye ves cuánto loco hay por ahí. ¿Sabes qué sería peor que eso? Morir arrollada pero por un turibus. Con lo mucho que los odio. 

Si muriera joven me gustaría tanto que mi memoria fuera guardada por algún sobrino o sobrina. Para que al pasar de los años alguien me ponga una ofrenda en día de muertos y en ella no se olvide de colocar un pedacito de queso con ate. Es lo único que pido. Eso y si no tienen muchas almas a las que alimentar, me gustaría un vasito con leche de búlgaros (los únicos hijos que tuve). Lo malo que mi hermana no quiere ser madre y pues yo veo difícil ser tía. A menos que mis primos me presten a sus hijos como sobrinos, ahí sí que sería feliz.


Cómo me gustaría ser tía. Si lo fuera llevaría a mis sobrinos a Chapultepec para que se pintaran la cara y entraran al Castillo. Seguro que en diez años desde las alturas con tanto esmog no se vería nada. Pero qué emoción subir un cerro en domingo con tanta gente. No es cierto. Increíble que en el siglo XIX una de las mayores preocupaciones era la mortandad de los niños... ¡llegaron a pensar que la Ciudad de México iba a desaparecer! (JAJAJAJA). 

Hoy nos preocupamos porque esta ciudad ya no da para más, o eso creemos. Ya se va a acabar el agua, ya nos chingamos los ríos y los animales, el horizonte y el aire limpio. Y somos más y más y más. Hasta que esto colapse o hasta que pase el tiempo y los hombres y mujeres del futuro se rían de nuestros miedos apocalípticos. Porque sí algo he concluido con todas las reflexiones que he tenido en estos días, es que no somos nada; apenas una pequeña existencia en el tiempo. Salvo que, como me dijo Gessén, el mundo se acabe en 300 años. Ahh no, perdón, el mundo no, los humanos. Sí, el planeta Tierra seguirá enfriándose y de nosotros quedarán todas las cosas de plástico que fabricamos y que no se van a deshacer en mucho tiempo. 

Ojalá que viviéramos más cerquita para recordarte cada que pueda que por favor, cuando programes un robot, lo bloquees para que nunca se revele contra los humanos. 

Gracias.