21 de noviembre 2014
El día se va acabando y las luces prendiendo. ¿Cómo le hace un avión para aterrizar en un mar de montañas?
Por entre las nubes, una ranura donde se escapa el atardecer. Naranja, rojo. Comienza y se acaba. Todo sucede así, empezar desde cero, encontrarse con los propios fantasmas, platicar un rato con ellos, enfrentarlos después. Lo que he aprendido es eso: siempre hay tiempo para intentarlo. Nunca es demasiado tarde. Saberse equivocado no lo logra cualquiera. Sin lastimarse, sin recriminarse, con la fuerza necesaria para cambiar lo que se está haciendo mal.
¿Nos volveremos a encontrar un día? ¿En Bogotá, en Manizales, en la Ciudad de México?
¿Qué hay detrás de tanta montaña? La promesa del mar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Y qué dices tú?