21 de junio de 2022

Sol-sticio: luz profunda

Amanece despacito. En el horizonte se mira un cielo blanco que habrá de durar mucho: hoy es el día más largo del año. Camino sin miedo por entre las sombras agonizantes de la noche. Adentro mío llevo una luz que ilumina el espacio por donde andan mis pies: es la fuerza de mi espíritu, potenciada por el amor de mis ancestras. 

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Removemos la tierra para sembrar girasoles. La que un día fue árida y estéril, hoy se siente húmeda y nutritiva, "producto de nuestro trabajo", pienso. El año pasado "adoptamos" este pedacito de área verde rodeada de cemento: cavamos surcos, los rellenamos de residuos orgánicos y cuidamos las plantas que nacieron de esta composta. 

Seguimos trabajando, removiendo la tierra y yo lo pienso mejor: esta tierra más fértil no la hice yo, sino ella. Nosotras ayudamos, sí, pero todo lo hace ella, la naturaleza: se regenera, se adapta, fluye, germina, crece, alimenta, espera, llueve, florece, nace, muere. 

Ahí, con tierra en las manos, agradecí ser parte de su ciclo, nacer de ella, presenciar su fuerza creativa y aprenderle el ser mujer de manera auténtica y gozosa.


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Llueve, el agua se estrella en el pavimento por donde pasan los carros. Cuánto te esperamos, digo en voz baja. Hoy, justo hoy sembramos sin regar agua porque ha estado escasa en esta ciudad sobrepoblada y los vecinos se enojan si la usamos "para las plantas". Te esperaba y llegas abundante y plena. 

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Veo el calendario y cuento los días: hoy es el solsticio de verano y yo estoy ovulando. 


19 de junio de 2022

Pequeña andariega

 A la niña que fui y sigo siendo, a mi hermana y a Dory, por ciudades habitadas en femenino


Este par de pies... por cuántos caminos hemos andado. Cuántas veces subimos los escalones del puente peatonal, de uno en uno, de dos en dos para llegar a tiempo a la primaria. Los recuerdo vestidos de calcetas blancas y zapatos negros siempre polvorientos, listos para correr en el recreo aunque estuviera prohibido. 

Pies para recorrer las calles de una colonia ubicada abajo de un cerro, a un costado del canal de aguas negras y entre dos vías del tren. Piecitos curiosos de nuevos caminos, rutas desconocidas, solo imaginadas: camiones, combis, micros, y el metro cuando llegó a Ecatepec. 

Tierra, pavimento, jardineras. Lugar de fábricas y trenes, puntos ciegos en las noches, inundaciones en época de lluvias. Piecitos, no tengan miedo. 


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Que tus pasos vayan siempre llenos de seguridad y calma, que su dirección esté acorde a la de tu deseo, que la confianza acompañe tu andar en la vida, Susana-pata-de-perro. Que la fortaleza de tus ancestras andariegas fluya por toda tú y se contagie en el reflejo de otras: niñas que algún día habríamos de ser adultas. 

Imagino un mundo lleno de mujeres caminándolo sin miedo, libres, felices, mujeres en las calles en el día y en la noche, habitando los caminos de una ciudad estrellada. Río de vida, fluimos en los espacios siempre acompañadas por nosotras mismas. 


Texto escrito durante el taller: Escribiendo y sanando entre mujeres facilitado por Carmen Correa.