A la niña que fui y sigo siendo, a mi hermana y a Dory, por ciudades habitadas en femenino
Este par de pies... por cuántos caminos hemos andado. Cuántas veces subimos los escalones del puente peatonal, de uno en uno, de dos en dos para llegar a tiempo a la primaria. Los recuerdo vestidos de calcetas blancas y zapatos negros siempre polvorientos, listos para correr en el recreo aunque estuviera prohibido.
Pies para recorrer las calles de una colonia ubicada abajo de un cerro, a un costado del canal de aguas negras y entre dos vías del tren. Piecitos curiosos de nuevos caminos, rutas desconocidas, solo imaginadas: camiones, combis, micros, y el metro cuando llegó a Ecatepec.
Tierra, pavimento, jardineras. Lugar de fábricas y trenes, puntos ciegos en las noches, inundaciones en época de lluvias. Piecitos, no tengan miedo.
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Que tus pasos vayan siempre llenos de seguridad y calma, que su dirección esté acorde a la de tu deseo, que la confianza acompañe tu andar en la vida, Susana-pata-de-perro. Que la fortaleza de tus ancestras andariegas fluya por toda tú y se contagie en el reflejo de otras: niñas que algún día habríamos de ser adultas.
Imagino un mundo lleno de mujeres caminándolo sin miedo, libres, felices, mujeres en las calles en el día y en la noche, habitando los caminos de una ciudad estrellada. Río de vida, fluimos en los espacios siempre acompañadas por nosotras mismas.
Texto escrito durante el taller: Escribiendo y sanando entre mujeres facilitado por Carmen Correa.
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