El sonido de tu voz reconfortó mis oidos. Me sentía perdida y sola, cuando llegué a ti. Tu calidez inundó mi corazón, y me entibió la sangre.. mientras el aire se hacía más fácil de respirar. La energía que irradiabas esa mañana de enero iluminaba la habitación de tal manera, que al salir de nuevo al mundo exterior, todo pareció gris.
No puedo creer lo mucho que te quiero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Y qué dices tú?