1 de marzo de 2014

Adiós Invierno

Un recuerdo nunca vivido, los días que no hemos pasado juntos, las palabras que no me has dicho al oído, los sueños que no hemos soñado, las miles de caricias guardadas en mis manos, las miradas sin palabras presas en tus ojos. Nuestra adolescencia, tal vez lo sabíamos, tal vez no. 

Tu sonrisa despejada, el cielo del norte de la ciudad (montañas rodeándola a lo lejos, a lo cerca). Me gusta la tranquilidad de tus manos, tan indiferentes a la desesperación, a la tristeza que me hace morderme las uñas. Tu perfume llega suavemente a mi nariz: la tarde se pinta de colores (uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, veinte, trece, treinta y dos, ciento veinticinco... y se hace de noche).

Fugarnos de la ciudad, dejar atrás los mismos rumores asfixiantes. Nuestras soledades se conocen y se van a tomar un café juntas; nos dejan a los dos en paz. Tú y yo. Las leyendas de esa nueva ciudad que no es tuya ni es mía. El futuro, el secreto anhelado por los dos. Creí que me perdería, pero no contigo. 

Quiero besarte los ojos, quiero dormir en tu hombro mientras viajamos en un trolebus, quiero desayunar contigo. Quiero graficar lo que siento por ti, ponerle nombre a las cosquillas en las plantas de los pies que siento cuando te veo, hacer el mapa de nuestra historia...

... quiero enamorarme de ti enteramente, quiero amarte por completo, no a cachitos como lo hago ahora.



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