Una de la tarde. Me imagino qué está sucediendo en mi colonia. La comida se estará cocinando y el olor a jitomate friéndose saldrá por alguna ventana. En la licuadora se muele una salsa todavía tibia y algunos limones son exprimidos en una jarra con agua fría. Mi madre está cocinando mietras escucha en el radio su programa favorito: comentaristas de espectáculos. Me está esperando.
Una de la tarde. Yo voy de regreso a mi casa, vestida con mi uniforme azul marino de la secundaria, dormitando en un camión. Tengo hambre, tengo calor. El cielo despejado hace posible que desde el puente peatonal se vean los volcanes (la mujer dormida que se pasó de su parada por no despertar a tiempo de su sueño entrecortado).
Una de la tarde: la hora de la comida (extraño tanto mi adolescencia).
La adolescencia no es un tiempo determinado de la vida es una actitud ante ella...
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