Cafecito en la mañana. Bueno, es un decir. Ya casi es medio día y yo siento como que son las ocho. Hace tanto frío que apenas uno se queda estático se congela, pero el café me calienta por dentro. Me lo han servido en un vaso de cartón con un diseño interesante. Ah, se me olvidaba decir que estábamos en una de las muchas cafeterías de la Roma. Eso explica no sólo el diseño del vaso, también las lámparas modernas, las paredes blancas y el techo como de corcho (para tener buena acústica, dice el arquitecto). Me siento como en un museo de arte contemporáneo.
El vaso realmente me gusta, tengo ganas de llevármelo a casa, aunque no sé para qué. Es que para mí es novedad; yo no soy conocedora del buen café, no suelo tomarlo en cafeterías tan guays. Ahora que lo pienso, no soy conocedora de café, ni de vino, ni de mezcal, ni de comida, ni de música, ni de arte... No miro los detalles de las cosas, mis gustos son simples (es decir, no refinados).
Comencé a beber más café desde que estuve en Colombia. Es barato y por todos lados uno encuentra, si no una panadería (todas las panaderías venden café), un carrito ambulante con termos. El vaso (que es pequeño) cuesta algo así como 3 pesos mexicanos. El plan siempre es ir a beber un "tinto" y charlar; por la mañana, por la tarde, por la noche. De todos los momentos, descubrí que mi favorito es después de la comida. En la sobremesa, un tinto es capáz de equilibrar el alma, alinear los chacras y, si se está con la persona correcta, puede hasta adivinarse el destino en él.
Acá tomar café en la calle es como un lujo, algo intelectual. Más en estos lugares, donde un café cuesta mínimo 30 pesitos y va acompañado de wifi, sillones cómodos/exóticos y un ambiente o viejo o futurista . Lo que te choca te checa, dicen y sí. Yo que repelo estas prácticas hipsters, últimamente me la he vivido aquí, en la Roma. No por decisión propia; son las circunstancias las que me han orillado, cabe aclarar. Ni modo, de todo se aprende. Y yo acá sí que he descubierto cosas interesantes.
Metí el vaso a mi bolsa, pero como es tan pequeña, todo él se arrugó. Chin. No hay pedo. Recortaré el diseño y lo guardaré con los otros recortes que esperan ser pegados en alguna libreta. Y hablando de libretas; hoy escribí en la última hoja vacía de la mía. Puede parecer banal el dato (como todo este escrito), pero va muy acorde a todo lo que he vivido en estos últimos días (se acaba el amor, se acaba el semestre, se acaba el servicio social). Necesitaré una nueva libreta pronto: el dos mil dieciséis se ha terminado ya, antes de que llegara el 31 de diciembre :D
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'Jardín público' ¿o común?, en Tonalá |